Lorena

Pero,¿A dónde va todo aquello q no decimos?¿ A dónde van las palabras que no se dicen?
¿A dónde va lo que quieres hacer y no haces?¿A dónde va lo que quieres decir y no dices?
¿A dónde va lo que no te permites sentir?

Nos gustaría que lo que no decimos caiga en el olvido,
pero lo que no decimos se nos acumula en el cuerpo,
nos llena el alma de gritos mudos.

Lo que no decimos se transforma en insomnio, en dolor de garganta.
Lo que no decimos se transforma en nostalgia, en destiempo.
Lo que no decimos se transforma en debe, en deuda, en asignatura pendiente.
Las palabras que no decimos se transforman en insatisfacción, en tristeza, en frustración.

Lo que no decimos no muere, nos mata.
Lo que no decimos se transforma en trauma, en veneno que mata el alma.
Lo que no decimos nos encierra en el pasado.
Lo que no decimos se transforma en herida abierta.

¿Y qué hacemos con el insomnio, el dolor, los gritos mudos, el veneno, la deuda?
Si lo que no decimos nos mata por dentro, la mejor opción sería decirlo todo ¿no?
Y sin embargo callamos, mientras lo callado se acumula en nuestro interior, haciéndonos daño. Hasta que llegue el día en que las palabras salgan solas, gritando por ser liberadas, en una carrera en la que no ganará ninguna palabra, ningún pensamiento, pues todos se mezclarán y será como no haber dicho nada.
Y otra vez quedaran todos en un rincón de la mente, como veneno, deuda, dolor, gritos mudos, insomnio...

Así que solo queda mirar al cielo y verlo azul.
Mirarnos a nosotros mismos y ver las nubes, y pensar que podemos llegar a ser como ese cielo azul.
Porque tras las nubes el cielo siempre es azul...